viernes, 8 de octubre de 2010

Camilo Torres: El cura guerrillero

El 1966 sucedieron algunos hechos que contribuyeron a que arraigara la idea de que la sociedad colombiana no podía revolucionarse jamás. Si bien la guerrilla del ELN y la autodefensa de Marquetalia (FARC) se convirtieron en ejércitos que ocupaban terrenos propios donde el Estado no ejercía presencia (los demagogos llamaron al fenómeno Repúblicas Independientes) el término revolución había sido lo suficientemente manoseado ya por los líderes tradicionales que se hicieron llamar revolucionarios para hacerse con una tripa en la piltrafa del poder: Alfonso López Michelsen, un heredero al trono, fundó un partido político llamado Movimiento Revolucionario Liberal que no era revolucionario pero sí liberal, para diferenciarse del partido oficialista, y Carlos Lleras Restrepo, tercer presidente elegido dentro de la repartición del poder llamada Frente Nacional se hizo pasar por revolucionario que recogía las banderas de Jorge Eliécer Gaitán para permutarlas por tierras y darlas al pueblo; ni el uno se emancipó del liberalismo, ni el otro entregó las tierras que necesitaba el pueblo. Mientras tanto, los latifundios crecían, la violencia impune de los campos se generalizaba y el inconformismo llevaba a un sector cada vez más amplio de la sociedad a rechazar la repartición de poder que hicieron conservadores y liberales en 1957.

Fue 1965 el año que eligió Camilo Torres Restrepo, un sacerdote sublevado al clero y contra el gobierno para irse a la guerrilla. Había fundado el periódico Frente Unido y luego un movimiento político de orientación marxista bajo el mismo nombre que tuvo como plataforma ideológica algunos puntos beligerantes. Los políticos al oírlo, decían que el cura estaba loco. La gente, que perfilaba para guerrillero. Tal vez no estuviera tan loco y tal vez la elección de hacerse guerrillero se tomó en el abismo. La plataforma del Frente Unido le presentó al pueblo colombiano por primera vez un proyecto político que no se parecía a nada y que era visto como una amenaza por los poderhabientes, los terratenientes y toda la cáfila que gobernó a Colombia desde la “independencia” de España.
Resumo el proyecto del cura loco:
«Los que poseen el poder constituyen una minoría de carácter económico que produce todas las decisiones fundamentales de la política. Esta minoría nunca producirá decisiones que afecten sus propios intereses ni los intereses extranjeros a que está ligada. Lo que hace necesario un cambio.
Objetivos:
Reforma Agraria: La propiedad de la tierra será la del que la esté trabajando directamente.  El gobierno designará inspectores agrarios que entreguen títulos a los campesinos que estén en estas condiciones, pero procurará que la explotación sea por sistemas cooperativos y comunitarios, de acuerdo a un plan agrario nacional, con crédito y asistencia técnica. No se comprará la tierra a nadie. La que se considere necesaria para el bien común será expropiada sin indemnización. Los cabildos indígenas estarán en posesión real de las tierras que les pertenecen.
Reforma Urbana: Todos los habitantes de casas en las ciudades y pueblos serán propietarios de la casa donde habiten. Toda habitación sin utilización suficiente a juicio del gobierno, tendrá multa para el propietario, la cual será invertida por el Estado para planes de vivienda.
Planificación: Se hará un plan de carácter obligatorio, tendiente a sustituir importaciones, aumentar exportaciones e industrializar el país.

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